Considerado por muchos como el más genial piloto que haya pasado por la Fórmula Uno, Senna tenía talento, osadía, inteligencia, disciplina, técnica, fuerza física y de voluntad, tenía sed de triunfos y hambre de gloria, tenía todas las características que pueden adornar a un gran campeón y que hacen la diferencia con el resto. "El segundo es el primero de los perdedores", decía, y también consideraba "demagogia" la idea de que "lo importante es competir".
Su arrojo y determinación eran aun mayores cuando conducía bajo condiciones climáticas adversas y por eso se ganó de los periodistas el título de "Rey de la lluvia", porque consiguió triunfos memorables pasados por agua que ayudaron a forjar su leyenda.
Nacido en Sao Paulo el 21 de marzo de 1960, Senna comenzó por los karts, la puerta de entrada de los niños al mundo del motor y la velocidad, con un prototipo que le había fabricado su padre, y desde ahí fue subiendo peldaños en las distintas categorías del automovilismo hasta alcanzar la Fórmula Uno y la consagración.
Su debut, con la modesta escudería Toleman, fue el 25 de marzo de 1984 en el Gran Premio de Brasil, que en esa época se corría en el autódromo de Jacarepaguá, en Río de Janeiro. Abandonó la carrera en el puesto 16 y por lo tanto no terminó la prueba. Se fue en blanco en su primera temporada en la Fórmula Uno pero acabó el campeonato en el noveno puesto.
Al año siguiente, con la Lotus, ganó de punta a punta en Estoril el Gran Premio de Portugal, su primera victoria en la Fórmula Uno, conseguida a su estilo, bajo un aguacero que obligó a retirarse a 17 de los 26 pilotos. Era el 21 de abril de 1985 y ese día comenzó a escribir sus páginas gloriosas.
En ese mismo año se impuso también en el Gran Premio de Bélgica en Spa-Francorchamps y terminó el campeonato en cuarto. Las dos victorias y las siete "pole position" conseguidas en 16 pruebas certificaron su imparable ascensión a lo más alto de la Fórmula Uno.
Tricampeón de F1
Lo que siguió en su carrera fue una cadena de triunfos que lo llevaron a ganar el Campeonato Mundial en 1988, 1990 y 1991, los tres al volante de un McLaren Honda. En los dos primeros títulos el gran derrotado fue el francés Alain Prost, su mayor rival en las pistas, que a su vez ganó en 1989 y 1993 por delante de Senna.
El título de Prost en 1989 fue muy contestado por Senna porque aunque el brasileño había vencido el Gran Premio de Japón, penúltimo de la temporada, los comisarios lo desclasificaron porque se había involucrado en un accidente con el francés, que tuvo que abandonar ese día, lo que le quitó puntos valiosos que lo privaron del bicampeonato.
Además de los tres títulos que ganó en la Fórmula Uno en las diez temporadas completas que disputó, Senna corrió 162 Grandes Premios, venció 41 de ellos, subió 80 veces al podio y consiguió 65 "pole positions". Esta última marca sólo ha sido superada por el alemán Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo, con 68 primeros lugares en la parrilla de salida.
Schumacher, dueño de la mayoría de los récords de la categoría, y el propio Prost, han reconocido que su palmarés no sería tan brillante si Senna no hubiera muerto prematuramente.
Heroicas victorias
Muchas victorias de Senna tuvieron tinte heroico, bien sea porque las consiguió a su estilo después de adelantar a los rivales bajo la lluvia, con coches de rendimiento inferior o con problemas mecánicos o simplemente ante un público que lo idolatraba por su arrojo y lo admiraba por su carisma.
"No sé conducir de otra manera que no sea arriesgada. Cuando tenga que rebasar voy a rebasar. Cada piloto tiene su límite. El mío está un poco arriba del de los otros", decía.
Fue así en el Gran Premio de Japón de 1988 en el que estaba en juego el título con Prost.
Senna, que largaba en primero, tuvo problemas mecánicos en la arrancada que lo relegaron al puesto 16 en la primera vuelta, pero se sobrepuso y en una espectacular remontada alcanzó a todos sus rivales en sólo 23 giros, de un total de 51. Venció con autoridad y aseguró su primer título.
Otra jornada memorable la protagonizó en 1991 en el autódromo brasileño de Interlagos, en el que ganó su primer Gran Premio de Brasil a pesar de que un problema en la caja de cambios lo obligó a recorrer las últimas seis vueltas sólo con la sexta marcha, en un esfuerzo físico descomunal. "No fue la mayor victoria de mi vida, pero sí la más sacrificada", diría después.
Dos años después, de nuevo en Interlagos, largó en tercero y bajo un aguacero que obligó al abandono a la mitad de los pilotos y a pesar de problemas de presión del aceite de su McLaren Honda, técnicamente inferior a los poderosos y favoritos Williams, venció por segunda y última vez en su tierra.
Trece días después, en el Gran Premio de Europa, disputado bajo un diluvio en el circuito de Donington Park, protagonizó la que para muchos es la vuelta más espectacular jamás vista en la Fórmula Uno.
Senna salió en cuarto pero, acosado por Schumacher, perdió un puesto en la arrancada, tras lo cual salió a la caza de sus rivales. Schumacher fue superado antes de la primera curva y luego siguieron Wendlinger, Damon Hill y Prost. Al terminar la primera vuelta Senna ya estaba en la punta de una carrera que dominaría hasta el final.
Antes que Senna triunfaron en la Fórmula Uno sus compatriotas Emerson Fittipaldi, bicampeón mundial (1972 y 1974) y el tricampeón Nelson Piquet (1981, 1983 y 1987), pero ni ellos ni los pilotos que le han sucedido en la Fórmula Uno han sido tan idolatrados como lo fue Senna en vida y lo sigue siendo 16 años después de su muerte.
Nació la leyenda
Todo acabó la fatídica tarde del 1 de mayo de 1994 cuando el Williams-Renault que conducía en el Gran Premio de San Marino siguió directo contra el muro en la curva Tamburello. Había largado en primero y en la séptima vuelta, cuando iba a más de 300 kilómetros por hora, ocurrió la tragedia.
Su muerte sumió a Brasil en un duelo colectivo pocas veces visto. Tres días después, cuando su féretro llegó a Sao Paulo, más de 250,000 hombres, mujeres y niños, encabezados por el presidente de la República, formaron una procesión silenciosa para despedirlo con honores de Jefe de Estado en la Asamblea Legislativa y acompañarlo luego al Cementerio de Morumbí.
Senna no dejó descendencia pero su legado deportivo y sus obras sociales han sido perpetuados por el Instituto Ayrton Senna, presidido por su hermana Viviane, y cuyo objetivo es "la creación de condiciones y oportunidades para que todos los niños y adolescentes brasileños puedan desarrollar plenamente su potencial como personas, ciudadanos y futuros profesionales".
viernes, 16 de abril de 2010
El eterno campeón
19:32
cнυcнo™
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